Nos gusta hacer las cosas bien, ser responsables y esforzarnos para que todo salga de la mejor forma posible. Y eso está genial. El problema llega cuando se confunde todo eso con la exigencia. Ya sea hacia nosotros mismos, o hacia los demás. La exigencia presiona, agota, frustra y aleja de una vida serena en la que se da espacio al placer y nos sentimos en equilibrio.
¿Te has preguntado por qué constantemente (te) pides más y mejor? ¿Te has planteado por qué vives constantemente bajo la presión y/o la insatisfacción? ¿Te cansa no poder disfrutar y no dar espacio al tiempo libre? Si has llegado a este punto ya es una muy buena señal. Hay una parte de ti que quiere un cambio, pero quizá no sabes cómo. Por eso el objetivo de este taller es poder reflexionar y llevarnos herramientas para poder aplicar de forma práctica en el objetivo de reducir la exigencia y el perfeccionismo.